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Aurora Velazquez (42 años). Hermana de Rogelio uno de los presos políticos de la protesta. Activista en contra de la hidroeléctrica Ecoener, en Santa Cruz de Barillas, Guatemala.
TEXTO Y FOTOS: SUSANA HIDALGO & PEDRO ARMESTRE // Aurora Vélazquez salió el 2 de mayo de 2012 de su vivienda en Santa Cruz de Barillas (Guatemala, 130.000 habitantes) agazapada entre las sombras y con una mochila al hombro que un familiar suyo acertó a colgarle con prisas. Aurora corrió a ocultarse entre la selva. Allí permaneció un mes y 16 días, comiendo lo que le ofrecía la naturaleza, sin apenas dormir y atenta a cualquier ruido que pudiera sugerir la cercanía de los soldados del ejército guatemalteco. Aurora huyó de la violenta represión que se desató en este municipio del norte de Guatemala debido a la llegada de la empresa gallega Ecoener y su deseo de implantar una hidroeléctrica en el río Cambalam, que es sagrado para las poblaciones mayas. Ella y otros líderes comunitarios iniciaron en 2011 una fuerte oposición a los planes de la hidroeléctrica e impidieron la entrada de las máquinas. En respuesta, el ejército guatemalteco declaró el estado de sitio y un activista, Andrés Francisco Miguel, que se oponía a las instalaciones fue asesinado el 1 de mayo de 2012. Ese mismo día la calle se llenó de manifestantes y los disturbios terminaron con la detención de una decena de activistas. Aurora logró escapar.
Eulalia Angelina Pablo, 29 años, es una de las mujeres que todos los días se encuentra en el campamento de resistencia en Santa Cruz de Barillas (Guatemala). El campamento impide que las máquinas de la empresa española Ecoener no puedan entrar al territorio maya.
Casi dos años después, Aurora sigue con una orden de búsqueda y captura. Ha regresado a Santa Cruz de Barillas, pero la mayoría del tiempo permanece dentro de la acampada de resistencia que vigila que no vuelvan a entrar las máquinas de la hidroeléctrica española. Las pocas veces que sale, lo hace ocultando su larga trenza negra bajo un sombrero. Cualquier precaución es poca. Recientemente, otros tres líderes comunales han sido detenidos: Arturo Pablo, Adalberto Villatoro y Francisco Juan, conocido como don Chico Palas. El arresto ha supuesto un duro golpe para la resistencia. Arturo Pablo es un maestro de 34 años que, hasta el momento de su detención, era el cabecilla de los activistas: el hombre que mediaba en los conflictos, el que hacía callar las críticas con su discurso ecologista, pegado a la tierra y a la defensa de la naturaleza. “Las empresas extranjeras vienen a violentar nuestros derechos y a saltarse las leyes. Se aprovechan de la extrema pobreza de Guatemala para llevarse nuestros recursos. Lamentamos que nuestras autoridades, especialmente el gobierno de turno, se haga cómplice”, denunciaba en diciembre pasado, meses antes de su detención.
“La fuerza y la naturaleza del jaguar y el tigre bañado en oro”, significa Cambalam en el dialecto kanjobal. El río cae en una sucesión de impresionantes cascadas de muy difícil acceso y rodeadas de una naturaleza exuberante. Ecoener pretende utilizar los saltos de agua para construir la hidroeléctrica, de pequeña producción (5.000 kilowatios). “Este es nuestro río, el río de nuestros ancestros. Con la hidroeléctrica nos impedirán el acceso. ¿Qué le vamos a dar a nuestros bisnietos? Son nuestros territorios nativos, son nuestras raíces. Vienen a llevarse nuestro suelo”, se enervaba Arturo Pablo. Las leyendas mayas cuentan que hubo una época que en el suelo de la cascada abundaba el oro y a su alrededor vivían tigres amarillos. “Y pacaya, cochemonte, armado, pájaro, ciénaga, jute, pescaditos, mono, zarabate, ardilla y paloma”, enumera Pablo Antonio Pablo, padre de Arturo Pablo. Ya no queda nada.
Miguel Tomás Sebastián fue capturado por vecinos de Santa Cruz de Barillas (Guatemala) acusado de intentar matar a líderes comunitarios que se oponen a la hidroeléctrica española Ecoener. El tuvo que caminar atado por el pueblo antes de ser sometido a un juicio público en el parque. Las leyes mayas determinan que, en caso de conflicto entre comunidades, se puede aplicar su propia justicia.
La llegada de Ecoener ha enfrentado a los vecinos de esta zona fronteriza con Chiapas y paso del narcotráfico y de la inmigración clandestina. Hay comunidades que están a favor de la hidroeléctrica, pero los opositores señalan que sus líderes comunales han sido comprados. “Se vendieron por ambición, la empresa les ofreció buena vida: seguros médicos…”, denuncia Micaela Antonio, otra de las activistas. Ella también está en la lista negra y durante los disturbios de mayo de 2012 también permaneció meses escondida en la selva. “Regresé porque tengo dos hijos, pero he notado desde entonces que la gente tiene miedo en defender sus derechos”, susurra esta mujer.
Es mediodía en la acampada de resistencia y un grupo de mujeres con sus hijos a cuestas hacen el turno de vigilancia de día. “El pueblo dice fuera a los empresarios que quebrantan nuestros derechos y quieren adueñarse de nuestros recursos. Así es, entonces no estamos para riñas, ofensas, robos, borrachería etc entre nosotros”, reza un cartel. Por la noche son los hombres los que hacen guardia. En el caso de que algún turno notase un movimiento sospechoso, los activistas prenden un mortero de bomba para avisar a todas las comunidades. “Pase lo que pase, aquí estamos, sufriendo y apoyando las 24 horas”, cuenta Candelaria Lorenzo, una chica de 20 años con dos niños pequeños.
Una mujer maya camina al lado de una maquina abandonada por la empresa española Ecoener, en Santa Cruz de Barillas (Guatemala). Pulsa sobre la imagen para conocer la campaña de Alianza por la Solidaridad.
Ecoener pertenece al empresario Luis Castro Valdivia, conocido como “el rey del kilovatio gallego” y polémico por haber conseguido las concesiones eólicas e hidroeléctricas que repartió a dedo el Gobierno de Manuel Fraga durante años. En Guatemala, la cara visible de Ecoener es su CEO en Centroamérica: Fernando Rodríguez, que rechaza las acusaciones de que estén intentando recabar los apoyos de la población bajo amenazas. “Es cierto que en un primer momento quizás no supimos entender bien cómo funcionan aquí las cosas. Nos equivocamos”, reconoce. El proyecto está paralizado pero sigue adelante. Rodríguez pretende desbloquear las negociaciones con las comunidades a cambio de ofrecimientos económicos que les hagan ver las bondades del proyecto.
Río Cambalan donde la empresa Ecoener quiere construir la hidroeléctrica.
Pero los activistas no están dispuestos a cambiar de actitud. “¿Con qué derecho se piensan que somos analfabetos y tontos? No podemos temblar ante ellos porque tengan más dinero. No sabemos leer y escribir pero sí expresarnos. Esos indios, con un pedo se asustan.. ¡eso se creen ellos¡”, se exalta Aurora. Su vínculo con la naturaleza es tan fuerte que señalan una y otra vez con rotundidad que no van a dejarse comprar por la hidroeléctrica. Que van a superar las muertes, las detenciones, las amenazas, la represión. Aurora habla de “cicatrices que no salen de nuestros corazones”, pero que les han hecho más fuertes y bravos. El río Cambalam es sagrado y no se toca.
Saber más:
Campaña Tierra de Alianza por la Solidaridad
El derecho al agua y “la chispa de la vida”. (El asombrario & co. por Rafa Ruiz)
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