Me llamo José Luis Méndez y tengo 36 años.
Trabajo en el servicio de información y formación de la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES). Lo que hacemos aquí es una primera orientación a las personas con problemas de salud mental y a sus familiares. Las demandas son variadas: cómo acceder a una prestación económica, cómo tramitar un certificado de discapacidad, cómo abordar una situación delicada o proceder a la búsqueda de apoyos, recursos y dispositivos para una recuperación efectiva.
Soy trabajador social porque es una forma de devolver a la sociedad lo que creo que hay que hacer, una especie de recuperación de los valores. Me gusta enfocar mi profesión de una forma útil, provechosa. Que alguien utilice mis conocimientos para mejorar su calidad de vida.
Me gustaría que los profesionales de la sanidad y los trabajadores sociales diésemos un paso hacia un lado para dar el protagonismo a las personas con problemas de salud mental, que hagamos posible que participen en su proceso de recuperación, que se les pregunte, que se les consulte, que tomen la decisión que tengan que tomar. Es una reivindicación en la que nos tenemos que mirar en nuestro propio ombligo para evitar caer en la receta.
Hay un exceso de dirección por parte de los profesionales, incluido yo mismo. Caemos en intentar solucionar algo que a lo mejor no es cuestión de solucionar, sino de ofrecer un abanico de posibilidades y de que la persona elija. Que ellos tomen las riendas en positivo de su propia vida, eso es lo que a mí me gustaría. Dar un paso al lado, no dirigir sino acompañar. También tenemos que mejorar el acceso a la información que tienen los pacientes.
La experiencia me ha dado… Las personas que normalmente atiendo han pasado por procesos muy complicados y que seguramente se podrían haber arreglado con una información más concreta y detallada. Cuando llegan a mí están muy desesperados, muchas veces porque soy el último recurso y no ven una solución clara a sus problemas. Muchas veces me llama la atención lo enteros que están, la capacidad de sacar las cosas positivas que tienen. Otras personas pasamos por todo esto y nos hundimos. Me gustaría destacar la capacidad que tienen de sacar lo positivo, el sentido del humor que aplican a situaciones muy dramáticas y, sobre todo, lo agradecidos que están solamente con la capacidad de escucha de la otra persona, porque en muchas ocasiones son situaciones en las que tienes que escuchar, dar el espacio suficiente a la otra persona para que se pueda desahogar. Son capaces de agradecerte el más mínimo gesto, tanto las familias como las personas con enfermedad. Por ejemplo, gente que tiene una vena artística muy importante y muy desarrollada me ha llegado a regalar cuadros. Y te sientes muy agradecido y muy útil.
Un consejo a las personas que aún no se han atrevido a hacer público su diagnóstico: Yo les comento que más que centrarse en la discapacidad, tienen que centrarse en la parte sana que todos tenemos, porque discapacidad tenemos muchos. Lamentablemente, cuando alguien comunica que tiene un problema de salud mental enseguida tienes los ojos del prejuicio encima, muy unido a la falta de información que tiene la sociedad en general sobre este tipo de problemas.Yo lo que les digo es que es un proceso personal de reflexión interna, es decir, cuando tú estés preparado para asumirlo yo creo que es bueno comunicarlo. Pero cada persona puede tardar cinco días o toda la vida. Hay que ver los pros y los contras de esta comunicación.