Algunos de los momentos de mayor intimidad que compartí con mi padre fueron detrás de los fogones. Siempre me decía:
-Saber cocinar te ayudará a ser libre. Así cuando estés pobre o rica siempre vas a comer bien.
Mi padre era de esas personas que se levantaban pensando en qué le iba a apetecer ese día, así que para él era algo sagrado.
Cuando nos metemos entre cacharros también contamos parte de nuestra biografía. Lo que nos evoca los sabores, olores y texturas. Nuestros orígenes, los sitios en los que hemos estado y hemos hecho nuestros, los que nos hemos acercado a su cultura a través de su gastronomía, las distintas personas que han pasado por nuestras vidas y han dejado huella en forma de una receta o el descubrimiento de un ingrediente que incorporamos a nuestro repertorio. También cómo comemos es un reflejo de nuestra personalidad: si eres grosero, ansioso, curioso, pausado, disfrutón, frugal, proselitista o desaborido.
Muchas veces la gente, por el hecho de vivir desde niña en este país, dan por hecho que me sienta de aquí. De aquella manera. Lo que mamaba en mi hogar y lo que se comía era diferente a lo del hogar de los otros niños. Aliñábamos la ensalada con limón y no merendábamos, tomábamos la once, que consistía en un té con leche y tostadas. Chile es un país con una gran tradición en la elaboración de sándwiches y cuando recién llegamos, mi madre consideraba que la manera que los españoles preparaban los bocadillos era de bárbaros, pero a mi, como un placer secreto, me encantaba que mis amigos me invitaran a merendar a sus casas esos enormes panes secos rellenos de sabores nuevos e intensos como el del jamón, el chorizo o la sobrasada. Así, mordisco a mordisco, me fui haciendo a la idiosincrasia de mi nuevo país. Hasta convertirme en una ensalada con sabor a cilantro, machas, cochayuyo, boquerones en vinagre, ajo y aceite de oliva.
Hace unos años un día mi madre enfermó. Se quedó postrada y los médicos no pudieron hacer nada por ella. Tal vez por espantar a la muerte, en esos momentos se empeñó en que quería volver a Chile, pero en su estado era imposible y ella no dejaba de insistir. En nuestra desesperación, mientras esperábamos que viniera la parca a buscarla, entre lágrimas hervía longanizas de Chillán para que la casa se impregnara de los olores de nuestra tierra y se sintiera un poco allí. Todos los días le preparaba algo especial. Cuando le daba de comer, me sonreía. Cocinar para otros también es una forma de decir te quiero.
Cuando te vas haciendo mayor, puede que te hagas más sabio, pero no es seguro, lo que sí es que te cambia el cuerpo y te aparecen averías. Con más facilidad la barriguita se te convierte en una barrigota cada vez más difícil de domeñar, y ya lo que te preocupa son las calorías, pasarte con la sal, los hidratos de carbono y el colesterol. La vida es así: te enseña lo bueno para que después tengas que hacer una renuncia detrás de otra.
Una vez en un restaurante leí en un cuadro escrito con letras bordadas que no hay amor más sincero que el amor por la comida. Tripita llena, corazón contento. Por eso no hay nada mejor que compartir una mesa con ricos manjares, mientras Dionisios escancia nuestras copas, con la gente que queremos, soltarnos la melena y rock and roll.
Sobre Tola Castillo:
Tola Castillo nació en Chile pero desde niña vive en España, por eso siempre ha tenido una doble identidad.
De sus estudios destacan los de publicidad, guión y cine. En el medio audiovisual ha realizado diversos trabajos en equipos de producción, dirección y prensa, pero realmente su vida laboral ha sido muy variada.
En el año 2010 crea su blog Trece Segundos en el que mezcla autofotos de ficción con texto. El nombre hace referencia al tiempo que tiene entre coger aliento, pulsar el disparador, posar y que salte la foto. Posteriormente las trabaja con Photoshop para crear con ellas ilustraciones o distintas composiciones. Intercalándolas a modo de fotogramas, las acompaña de una narración. Así, en cada nuevo post nos cuenta una historia, evoca o reflexiona sobre diversos temas con humor, color y fantasía.
www.trecesegundos.com
www.tolacastillo.com
6 Comment on “Comamos y bebamos”
Marita Miguel
14/04/2014 a las 14:06
Me he sentido muy identificada con esta historia. Yo también pertenezco a dos culturas: la española y la peruana. Gran parte de las señas de identidad que definen a cada una de ellas están relacionadas con la comida y los sabores de la infancia. Mi madre también era de esas personas que expresaban su amor con la comida y falleció añorando su tierra. A mis hijos les cocino recetas de mi país de origen para que conozcan nuestras raíces. Eso los hace más ricos y tener una visión del mundo más amplia. Las fotos son muy originales y divertidas. Un buen equilibrio de sabores.
Brandy de la Court
13/04/2014 a las 21:14
Toliña, es gracioso, sea para comer un menú al lado de un bus aparcado en un bar, o una ensalada en un club de tenis ochentero decadente en la montaña de la ciudad, me he dado cuenta de que casi todos mis encuentros contigo han girado en torno a una mesa y una rica comida!
Camila
13/04/2014 a las 00:59
Muy buen relato y lindas fotos, Tola. Me ha conmovido mucho…
Chary Serrano
11/04/2014 a las 18:25
Querida Tola, hoy he sabido mas de ti.
Sabes que admiro tu trabajo, te admiro a ti y te aprecio, aunque el tiempo no me de para visitarte todo lo que quisiera.
Besos
Ángela
11/04/2014 a las 17:25
Tola me ha encantado leer tu relato y saber todas estas cosas nos cuentas sobre tus vivencias.
Un beso.
Lola Velasco
10/04/2014 a las 16:56
Mi querida Tola! He disfrutado mucho leyendo tan enriquecedor relato de una parte de tu vida, una vida interesante sin duda por las diferentes culturas que has conocido y por tu interés en aprender de todo, también por tu parte artística que solo quien ha tenido al lado alguien con ese don sabe que es un mundo aparte, distinto y maravilloso. Me ha gustado mucho leerte y por mi lado cocinillas doblemente.
Besos y gracias!