El árbol chiquito
10/02/2014
Crecía mucho más rápido que el árbol al que debía abrazar. Con ese ritmo, sería imposible encaramarse a su tronco y trepar hasta la última de sus ramas. Llevaban toda la vida juntos. Al nacer ella, en cuanto su madre consiguió la semilla que buscaba, plantó el árbol y lo bautizó con el mismo nombre que su hija. El árbol era su muñeca. Le disfrazaba. Le anudaba lazos en las ramas. Le reñía. Le castigaba. Le tapaba si hacía frío, le abrazaba con los dedos, porque era demasiado chiquito para rodearle con los brazos. Mientras ella aumentaba, su árbol crecía para dentro. Se reconcentraba en si mismo y no engordaba. Ella le lloraba encima para ver si las lágrimas le sabían a gloria y así se espabilaba un poquito y como mínimo se ponía a su altura. Le zarandeaba y le cantaba. Le sonreía y alzaba con los dos brazos para acercarle un poquito más al sol. A ella le hubiera gustado que su árbol tuviera tronco para dibujar a cuchillo sus iniciales, envueltas en un corazón.
Cámara de Iphone 5
Angie y un bonsai de Carles
Barcelona
Biografía de Mayka Navarro
Hace mucho tiempo que observo la vida en formato fotográfico para compartir. Me apasiona comunicar. Contar historias. Transmitir sensaciones. Emocionar al que me lee, al que me mira en televisión, al que me escucha en la radio o al que se detiene ante una de mis imágenes. Nací en Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, en 1968, y soy periodista. Desde pequeña trabajo en El Periódico de Catalunya, y colaboro en programas de televisión como El Programa de Ana Rosa o El Gran Debate. Comunico escribiendo, contando y fotografiando escenas, secuencias e historias. Mis fotos y mis textos son lo más parecido a mí misma: pura vida. Cocinados a fuego lento, como los calamares encebollados. ¿Gustas?
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