Me llamo Sergio Saldaña Soto tengo 37 años y soy de Pamplona, donde vivo con Lupe, mi pareja desde hace casi cinco años. Hace seis meses y medio que también compartimos piso con un pequeño okupa que se llama Amets y que nos da la vida. Y algunas noches nos la quita, el puñetero.
Sigo sin recordar haber ocultado mi trastorno bipolar, que fijo que lo habré hecho, pero no me viene. No iba pregonándolo, pero pronto me di cuenta de que si lo contaba a determinadas personas en momentos apropiados, obtenía beneficios: me sentía liberado, disipaba dudas y prejuicios erróneos, el que quería podía comprenderme y conseguía no dar tanta pena. Incluso podía sentirme más arropado en momentos de crisis. Si no lo hacía ante las personas adecuadas o no escogía una buena circunstancia, pues lo de siempre: rechazo, estigma, desprecio y esas sensaciones que duelen y no sé explicar bien cómo.
En noviembre del año pasado me puse a escribir un pequeño libro con la intención de dejar de hacer relatos de ficción. Es broma, pero no del todo. Lupe estaba embarazada, entraba en un cambio de ciclo, quería ser parte activa y me pareció un ejercicio interesante –quizás algo masoca también- escribir sobre mi vida en relación con mi trastorno bipolar.
Y así salió “Tengo trastorno bipolar. Desmitificaciones y anécdotas”. Que viene siendo la punta de lanza de un proyecto que pretende sensibilizar a mi vecina del tercero y a quien se deje, luchar contra el estigma y enseñar a la gente que los perros verdes también sabemos reírnos de nosotros mismos.
Calamar2 me invita a hacer una denuncia contra las situaciones de los agentes que están involucrados en esto de la salud mental. No hay espacio. Creo que falta mucha información. Y que, cuando los que informamos somos los que tenemos una chaladura, el impacto es distinto que cuando lo hace un profesional. A partir de ahí, queda casi todo el camino por recorrer.
La experiencia me ha dado… Me considero una persona muy crítica. Demasiado. Es difícil que algo me deje satisfecho. Desde que en abril empezamos con las presentaciones del libro y con las charlas, siento que me quedo vacío y desnudo cuando se me acerca alguien y me cuenta su experiencia con su patología, o con la de su hijo, hermano, padre. Al pasar un buen rato y si ya no tengo los ojos tan rojos, me da por pensar que está valiendo la pena. Que me viene muy bien encontrarme en la misma sala con otras personas que han vivido algo parecido, aunque siempre diferente. Y que eso me enriquece.
Un consejo a las personas que aún no se han atrevido a hacer público su diagnóstico: Opino que cada persona que arrastra un diagnóstico lo tiene que contar cuando crea que está preparada y cuando le dé la gana. Mi vecina del tercero, esa a la que pretendo sensibilizar, no me ha venido nunca a contar que tiene soriasis, por ejemplo. Esto es un proceso, maduramos y crecemos con nuestra taladradura a cuestas. Si consigo que me impida seguir con mi proyecto de vida lo menos posible, lo estoy haciendo bien. Pero no me parece fundamental contarlo: cada uno tenemos nuestro carácter.
Se puede vivir con el trastorno bipolar. Incluso creo que se debe, que tenemos una responsabilidad: ayudar a ponérselo más fácil al que venga detrás.
Si los demás, la sociedad, nos dicen: “Sé proactivo, el empoderamiento, toma las riendas, la medicación, sé responsable…” Términos imprescindibles, estamos de acuerdo, le diré: Pero déjame hacerlo a mi ritmo. Cuando pueda. Cuando lo crea conveniente. Cuando me sienta preparado. Tengo una enfermedad mental, pero no renuncio a la soberanía de mi carácter. Déjame equivocarme, sociedad. Que ya me pasarás la factura con tus instrumentos. Yo tengo mis armas y a base de imponerme los tempos y de marcarme lo que he de hacer no consigues más que minarme la confianza. Y sin confianza en mi individualidad no puedo abordar todo eso que me pides.
Qué bueno sería que ciertas personas públicas, o notorias, o famosas, o ejemplares, dieran a conocer que tienen trastorno bipolar. Sería de mucha ayuda que un ídolo en el mundo del arte o del deporte relatara su experiencia. Porque los hay, eso lo sabemos. A mí, en su día, me habría venido de miedo. Y hoy también, para qué lo voy a negar.
2 Comment on “Sergio Saldaña: “Tengo una enfermedad mental, pero no renuncio a la soberanía de mi carácter””
jordi
06/06/2014 a las 19:10
Leí la entrevista en la vanguardia y me sentí totalmente identificado, leeré tu libro.
Gracias por tus palabras
ines
07/04/2014 a las 11:11
Gracias por tu testimonio y por tu humanidad, me aporta luz y confianza.
un abrazo, Inés.