Las malas prácticas de ACS con los indígenas de Guatemala
04/07/2016
FOTOGRAFÍAS Y TEXTO: PEDRO ARMESTRE & SUSANA HIDALGO // Chacalté, Guatemala.
Las seis de la tarde y la noche engulle las casitas y calles que forman esta aldea de la región guatemalteca de Alta Verapaz. Sus vecinos ya se han hecho a la oscuridad y sus ojos no necesitan de linternas. Dentro de uno de los chamizos los miembros de una familia se alumbran únicamente con una bombilla solar que van pasando de habitación en habitación. Ramiro Sierra y su mujer, María Dolores Caal, no conocen qué es tener luz eléctrica en casa. “Cuando anochece nos quedamos a oscuras, es peligroso, los niños no pueden salir, muchos aprovechan la noche para asesinar y robar”, cuenta Ramiro mientras coge de la mano a los pequeños Flor, de 5 años, y Esaú, de dos. No muy lejos de esta aldea negra, la hidroeléctrica Renace emerge con sus enormes instalaciones que han tomado el río Cahabón para producir energía eléctrica.
La paradoja que recorre Latinoamérica vuelve a producirse en este rincón de Guatemala: familias viviendo sin luz en la extrema pobreza al lado de multinacionales que explotan los recursos naturales de la zona sin dejar ningún tipo de beneficio. La puesta en marcha de Renace se divide en varias fases. La primera lleva funcionando desde el año 2001. La segunda (Renace II) está a punto de comenzar a funcionar y fue construida por el grupo Cobra, perteneciente a ACS (propiedad de Florentino Pérez). Los planes de expansión se extienden a lo largo de los próximos años en sucesivas fases.
Juan Humberto Botzoch es portavoz de la Asociación Maya para el Desarrollo Integrral Comunitario (Asomadic). A pesar de las amenazas que sufre, este activista medioambiental pelea por los derechos de las poblaciones indígenas del municipio de San Pedro Carchá, donde se encuentra ubicada Renace. Su discurso pasa por defender los recursos naturales frente a los intereses de las empresas. “Renace compró la voluntades de los vecinos pero luego no ha cumplido con sus promesas de que iba a invertir en la zona para mejorar la vida de los pueblos. La hidroeléctrica ha cortado el acceso al río y la gente no puede ir a lavar, a pasear por la orilla”, denuncia Botzoch. Las presiones habrían llegado hasta tal punto que los vecinos vinculan la desaparición de un vecino en julio de 2014 a que éste no quiso vender sus terrenos a Renace.
Botzoch junto a otros líderes comunales denuncian que la empresa fue comprando los terrenos por un precio muy bajo, tomó más hectáreas de las firmadas y no informó a los vecinos de sus planes. El vicealcalde de San Pedro Carchá, Erwin Catún, corrobora las palabras de los vecinos y agrega que la hidroeléctrica empezó a construirse sin tener la licencia de construcción pertinente. “El problema es que Renace, como todas las empresas que quieren ser exitosas, busca la manera de agenciarse de los recursos que necesita sin importarle el impacto que pueda producir en las poblaciones”, advierte Catún.
Renace contesta a las acusaciones con el plan de responsabilidad social que tiene preparado y que incluye, en teoría, dotaciones para las escuelas, talleres de formación para los jóvenes o planes de nutrición para las madres y sus recién nacidos. Pero los afectados denuncian que son pequeñas acciones que quedan muy lejos de esas promesas de construir carreteras o de llevar a las aldeas el suministro eléctrico o el agua potable. La mayoría de vecinos tiene que comprar el agua porque el río Cahabón, tomado por Renace, está contaminado y, aunque no lo estuviese, ya no pueden acceder a él porque está rodeado de alambradas y carteles de “propiedad privada“. Guillermo Sacul es segundo alcalde del pueblo de Sacsi Chitaña, donde los habitantes recogen el agua de la lluvia para poder beberla y asearse con ella. “Y si no llueve, tenemos que comprarla y es muy cara. Los pueblos indígenas somos los dueños de nuestro territorio pero no han respetado nuestros derechos”, afirma. “Entraron y no negociaron. Nos engañaron. En mi comunidad estamos sufriendo porque no tenemos agua, había un nacimiento pero Renace lo ha tapado”, agrega Luis Enrique Tzi, alcalde de Santo Domingo Raxnam.
La máxima de la empresa es ser “el buen vecino”, tal y como cuenta Christopher Albrigo, portavoz de Renace. “Nos abastecemos del río, pero una vez que hemos utilizado el agua la devolvemos a su cauce limpia. En 2011 diseñamos una estrategia sostenible con el tiempo y en la que lo importante es que actuamos de buena fe.
Hemos generado 1.500 puestos de trabajo, el 85% para vecinos de la zona. Hemos reforestado con especies autóctonas. Y es una empresa cien por cien guatemalteca con contratistas extranjeros”, enumera Albrigo para subrayar que cumplen con un código ético, con las leyes, apoyan el desarrollo y respetan las culturas de los pueblos. No piensan parar sus planes de expansión. La energía sustraída la venden al estado guatemalteco y este la exporta. “Una empresa con principios no tiene final”, concluye Albrigo orgulloso. Un lema cuestionado por los indígenas mayas que consideran que Renace ni tiene principios ni parece que vaya a tener final.
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One Comment on “Las malas prácticas de ACS con los indígenas de Guatemala”
Javier Andreu Villar
04/07/2016 a las 23:09
Otro acto vergonzoso!!!