Cuando era niña me encantaban los cómics de la Marvel como Superman, Spiderman, Silver Surfer, la Antorcha Humana o los Cuatro Fantásticos. Sus colores planos y líneas negras, la expresividad gestual de sus personajes, las poses atléticas, la gráfica de las onomatopeyas, sus figuras cinéticas y las perspectivas exageradas, los coches antiguos y que todos fueran vestidos con traje.
Que tuvieran dos personalidades, y que una de ellas fuera la de un pringado como Peter Parker. Los apuros que pasaba Clark Kent para poder zafarse y correr a una cabina de teléfonos para quitarse la ropa y salir volando convertido en superhéroe.
Mientras recorría con la mirada sus viñetas, me imaginaba que yo también era uno de ellos. Que de pronto, por algún avatar fortuito o un fenómeno radioactivo, tenía superpoderes e iba embutida en un traje de licra trepando edificios, ágil y con reflejos sobre humanos, para salvar al mundo de algún supervillano. Después me ataba una toalla al cuello y hacía que volaba. Cuando jugaba con mis amigos a simular peleas, imitábamos sus poses y subrayábamos los falsos golpes con los sonidos onomatopéyicos que habíamos leído en los cómics.
Cuando me hice mayor descubrí que, según las revistas femeninas, a la superheroína a la que debía aspirar ser era SuperWoman. La perfecta trabajadora, ama de casa, madre, esposa, amante, anfitriona, y que a demás saca tiempo para mantenerse en forma. Va a la peluquería, lleva maquillaje, está delgada, se hace la depilación brasileña, tiene estilo, usa tacones y los años no se le notan. Tal vez por carecer de aptitudes para conseguir hacer todo eso al mismo tiempo, siempre me pareció algo mucho más neurotizante que divertido, pero no pierdo la esperanza de que algún día me caiga un rayo cósmico que me otorgue de superpoderes y a lo mejor lo consigo.
Pero si pudiese elegir, preferiría hacer realidad un sueño de la infancia y mutar en una superheroína que ande por ahí, con una máscara y calzando botas cómodas, saltando por los tejados con la agilidad de un felino, a la caza de aventuras.
Sobre Tola Castillo:
Tola Castillo nació en Chile pero desde niña vive en España, por eso siempre ha tenido una doble identidad.
De sus estudios destacan los de publicidad, guión y cine. En el medio audiovisual ha realizado diversos trabajos en equipos de producción, dirección y prensa, pero realmente su vida laboral ha sido muy variada.
En el año 2010 crea su blog Trece Segundos en el que mezcla autofotos de ficción con texto. El nombre hace referencia al tiempo que tiene entre coger aliento, pulsar el disparador, posar y que salte la foto. Posteriormente las trabaja con Photoshop para crear con ellas ilustraciones o distintas composiciones. Intercalándolas a modo de fotogramas, las acompaña de una narración. Así, en cada nuevo post nos cuenta una historia, evoca o reflexiona sobre diversos temas con humor, color y fantasía.
www.trecesegundos.com
www.tolacastillo.com
10 Comment on “¿Quién no ha soñado con ser un superhéroe o una superheroína?”
Tola Castillo
21/10/2014 a las 23:43
Muchas gracias por vuestros comentarios. Son de lo más variado y algunas reflexiones muy interesantes. Cuando plantee este debate fue sobre todo por una necesidad de explicarme y explicar lo que hay detrás de mi trabajo. Aunque sea una persona más bien intuitiva, en todo proceso creativo siempre hay mucho tiempo de reflexión. Te planteas qué quieres contar y por qué. También te preguntas sobre el mensaje que quieres transmitir, si se va a entender o como se va a recibir. Abres una puerta para establecer un diálogo y contrastar. Muchas gracias por vuestro feedback y tomaros el tiempo de formular una opinión. Ha sido como agüita de Mayo para mi. Muchos besitos.
Pollo
10/10/2014 a las 17:51
Como hermana tuya que soy, lo único que puedo añadir es que a la Tola que veo en esta serie es a la que eras de niña. La peleona, inquieta, justiciera y protectora. La que cuando llegamos a El Escorial lo primero que hizo en las fiestas del pueblo fue partirle el labio a Dieguito el Malo por meterse con nuestras primas por llevar minifalda, la que se pegaba todos los días en el patio del colegio cuando los niños molestaban a las niñas y no os dejaban jugar a la comba o la goma, la que amenazó al hijo de la vidente, con encargarse personalmente de que se pasase toda la adolescencia en un reformatorio cuando nos sacó una navaja a la salida del polideportivo retándote a que le hicieras una llave de judo. La que estaba dispuesta a partirle la cara a cualquiera que llamara a Vicente o Juan Luis maricón. La que cuando un chico del colegio mucho mayor le dijo “chilena, vete a tu país”, no sólo le soltó un puñetazo en la espalda antes de salir corriendo para que no te cogiera, si no que también se chivó al director para que lo pusiera firme y ni se le ocurriera volverlo a repetir. La que puso en ridículo a Ricitos en clases de judo inmovilizándolo en 5 minutos, aprovechando que estaba despistado riéndose con sus amigos, que miraban el combate desde las gradas, porque tenía que pelear con una niña, y le hiciste una llave perfecta. La que le gustaba jugar a la mujer policía y a Tarzán. Esa Tolita que de un día para otro desapareció. Los porqués son algo que te toca explicarlos a ti. También había otra Tolita, teatrera, fantasiosa y creativa, que le encantaban las muñecas y hacer ballet. Que igual leía las historietas del Jabato y el Capitán Trueno, como las de Esther y Lily. A mi lo que más me gusta de tus fotos es cuando recuperas a esa niña que aún guardas en tu interior. La femenina o la macarra, cualquiera de las dos. Un besito grande.
Concha
28/10/2014 a las 12:50
Hola Tola, he vuelto por aquí para ver el resto de tus fotos. Me encanta el rollo que tienes, pero con lo que me ha dejado, como en una de tus fotos, con los ojos como huevos fritos, ha sido este comentario. ¿Es verdad todo lo que cuenta tu hermana? Con lo suave y tranquila que eres ahora, resulta que ¡tienes un pasado de lo más macarra! Me troncho. Ya se intuía en esa otra foto en la que un ángel y un demonio se están pelando que sabías perfectamente cómo dar patadas Eres una cachonda. Yo de mayor quiero ser como tu. O como Super Gata, ja,ja,ja
Le he enseñado a una compi tu historia del pintor y la modelo y también le ha encantado.¡Besos!
M.D.
06/10/2014 a las 14:23
El patriarcado no nos ha permitido una expresión natural, si no que nos ha impuesto un modo de ser. Muchas mujeres sienten el dolor de no ser realmente mujeres porque no tienen pareja e hijos. Así que no importa lo que seamos capaces de hacer ni de lograr si nuestra identidad sigue condicionada por esos roles. Antes las mujeres desconocíamos nuestro cuerpo y como tener buen sexo, ahora que lo sabemos estamos demasiado cansadas siendo buenas madres, profesionales, compañeras. Dejamos de estar presentes para poder llegar a todo. Esa perfección que perseguimos nos impide estar en contacto con nuestro cuerpo. La mujer se construye para el otro y nuestros deseos siempre están en relación con el afuera. Esto hay que cambiarlo: la mujer debe ser primero para ella, estar bien consigo misma. Hay que salir de la dicotomía masculino-femenino. Para ello debemos alejarnos de los roles y creencias que caen sobre nosotras y recuperar una autestima y un valor que se nos ha negado durante siglos. Sólo superando roles, prejuicios y creencias podremos encontrarnos.
M D.
Mabel
06/10/2014 a las 12:13
Hola linda, al fin he podido encontrar un minuto para poder comentar el tema que planteas. Para empezar: estoy completamente de acuerdo contigo. Yo trabajo en la tele y en nuestro medio el éxito de las mujeres está muy vinculado a la belleza, la juventud y la capacidad de seducción. Ya se sabe que la imagen es importante y comunica muchas cosas, pero no tiene porque ser siempre cumpliendo unos cánones tan concretos. Por otra parte se desconfía de la profesionalidad de una reportera o una presentadora atractiva. Sobre lo que comentabas respecto a las revistas dirigidas a un público femenino, a mi me pasa lo mismo. Estamos en contra de la anorexia pero todas las modelos son muy delgadas, estamos en contra de la sexualización de las adolescencia pero todas están plagadas de lolitas, estamos en contra de lo que nos dañe la salud y sólo se ven taconazos. Esperamos que se nos valore por nuestra profesionalidad pero en cuanto hay una mujer que ejerce una función pública lo que comentamos es su forma de vestir y su peinado. De alguna forma somos nosotras mismas las que nos hacemos un flaco favor apoyando estereotipos que van en nuestra contra. Viva la diversidad y la gente con mente abierta y libre de prejuicios. En ese aspecto tu trabajo me parece muy valiente. ¡Zalu2!
La Ecocosmopolita
29/09/2014 a las 15:22
Esa sí es una respuesta. Ya podrías convertirla en un dignísimo post Efectivamente, amiga virtual, logras tu objetivo. Me encanta esa mirada crítica que proporcionas de la femineidad -entre otros tantos temas- que queda tan claramente plasmada en tus fotos y tus textos y, por si fuera poco, con buenas dosis de humor. Ya sabes, aquí tienes una fan fiel y de forma y fondo ¡Un abrazo!
La ecocosmopolita
10/08/2014 a las 19:29
Hoy me dio por releer algunos de tus posts y compartirlos con mi pareja, Tola. ¡Éste es de mis preferidos (después de la Diosa Arroba, claro está! Me encanta, sobre todo por la visión de la Mujer Maravilla. Vaya favor que nos hizo ¡Un abrazo!
Tola Castillo
29/09/2014 a las 15:13
Hola Yve, hacía tiempo que había visto tu comentario. No te había respondido antes porque estaba esperando el momento de poder redactar una buena respuesta, ya que el tema que planteas me sirve de excusa para explicar el contexto en el que pretendo enmarcar mi trabajo. Si lo consigo, ya no lo sé. Eso depende si el espectador lo capta.
Cuando me planteo mis fotos, realmente mi motivación principal es divertirme y desarrollar un trabajo artístico personal, comunicarme y compartir esta aventura que básicamente es de búsqueda, conocimiento y aprendizaje.
Pero en mi trabajo también hay un deseo de revindicar una visión distinta y más diversa de la mujer que la que se transmite a través de los medios de comunicación. Ser única y representar a muchas a la vez. Podría decirse que lo que pretendo es promover un cierto alfabetismo crítico en el que lo estético no tenga que ir unido a lo supuestamente “ideal”, utilizándome a mi misma como modelo representativo de esa diversidad, romper con ciertos estereotipos femeninos que imperan en los medios de comunicación, en los que a partir de cierta edad y cierta talla la mujeres ya no existimos, pero de una forma lúdica y sin complejos. Con esto no quiero decir que pretenda retratar a lo que eufemísticamente se llaman “mujeres reales”, porque para mi todas lo somos, también las chicas de las revistas antes de ser photoshopeadas, y si la diferencia está en la utilización de esta herramienta, las mías son todas “irreales” ya que evidentemente no reniego de él, pero si de que se utilice de una forma exagerada y estandarizada, convirtiéndonos a todas en “iguales de perfectas” (o más bien borradas). La gran mentira que nos intentan colar por los ojos es que sólo exista un tipo femenino válido del que yo personalmente me siento tan lejana, que su hegemonía en los medios de comunicación me acaba aburriendo, como si cada vez que abriera una revista estuviera leyendo la misma. A medida que voy cumpliendo años noto esa brecha aún más grande. No me pasa lo mismo cuando visito museos o exposiciones ya que si que me reconozco en las mujeres de bellezas clásicas de sus cuadros y esculturas (que por otra parte todo el mundo reconoce como “bellas”).
Lo otro que veo triste es que existen montones de revistas dirigidas por mujeres, o que el grueso de sus trabajadores lo son, en las que se dedican a hacer escarnio y burla de los culos, pechos, barrigas, piernas, caderas, cuellos, rodillas o patas de gallo de otras mujeres. Pensamos que eso no va con nosotras porque aquellas son “famosas” pero en el fondo nos están adoctrinando sobre cual es el modelo de mujer válido, que en muchos casos provoca tantas inseguridades y ansiedades que, como la cola que se muerde el pez, terminamos exorcizando riéndonos de esas otras mujeres de las que se mofan en las revistas.
Al mismo tiempo en la prensa cada vez hay más suplementos de belleza en dónde intentan vendernos de todo para luchar por ser esa mujer perfecta y casi imposible de llegar a ser. Es decir: nuestra inseguridad genera una ingente cantidad de dinero y cada necesidad nueva que se nos crea es una nueva fuente de oportunidades para hacer negocio.
Aceptar a los demás es aceptarse a uno mismo y creo tenemos que ser nosotras las que tenemos que empezar a promocionar un cierto alfabetismo visual promocionando la visibilidad de todo tipo de mujeres como algo positivo para el resto ya que así nos libraríamos del exceso de presión que sufrimos por nuestro peso, arruguitas, edad, rodillas, forma de vestir, peinar, vivir, amar, y tantas otras cosas.
Para conseguir esto, debemos ser las propias mujeres las produzcamos material visual, o cada una en la disciplina que practique, para que la visión que impere sobre el mundo no sea mayoritariamente androcentrista, y nosotras sólo un adorno que los acompaña, representadas bajo un punto de vista masculino, y así, tal vez algún día, por el hecho de ser mujeres no ser ya un género, si no todos ciudadanos y ciudadanas con el mismo rango.
Maria
29/09/2014 a las 19:08
Hola Tola
Siempre me han gustado tus fotos y tus historias. Las encuentro divertidas,originales y muy locas, pero nunca me había parado a pensar que había más allá, debajo de la punta del iceberg. Después de leer la explicación que das sobre tu trabajo, me parece mucho más interesante. Estoy de acuerdo con todas tus reflexiones. A la mujeres todavía nos queda mucho por luchar para conseguir la igualdad y romper estereotipos. Y es a nosotras las que nos corresponde hacerlo proponiendo nuevos modelos, formas de contarnos y ampliar el campo de visión.
Paz Yver
30/09/2014 a las 14:06
Muy bien expresado, estoy completamente de acuerdo. Pero lo que más me gustó (porque no suele aparecer en la mayoría de discursos similares que oigo de amig@s y conocid@s) es la reivindicación de todos los tipos de cuerpos como reales, bellos y femeninos; en vez de la apropiación de estos adjetivos por las mujeres con curvas o gordas que suele ir acompañada por críticas hacia las mujeres delgadas, cayendo así en el mismo vicio que critican. He dicho! Jaja, un besito.