Me llamo José Pedro Hernández Caballero, aunque con este nombre de novela algunos me llaman Pepe o Conan. Tengo 43 años.
Trabajo como responsable de cuadrilla en la Brigada de Refuerzo de Incendios Forestales (Brif) de la Iglesuela (Toledo) desde el año 2004, antes trabaje en Cuadrillas de Acción Rápida (CAR) y empecé, en esto de los incendios, como bombero voluntario en un camión Gadafi en la Comunidad de Madrid en el año 1992.
Para mí la palabra fuego tiene dos significados. El primero es el fuego voraz, que mata la vida animal, vegetal y humana durante los incendios forestales, el que nosotros combatimos en verano o cuando se presenta en otra estación. El segundo: el fuego como herramienta de trabajo, en labores preventivas, y que nos es de gran utilidad, tanto en la quema de rastrojos, como en quemas preventivas.
A ambos les debo respeto. Pero al primero (el de los incendios forestales) : Nuestra lucha contra él y quienes lo provocan, de todas las formas posibles, ya que para mí es una gran carrera entre lo verde que es vida, y la desertización que es la muerte de Natura.
Un consejo: En los incendios mantén siempre tu zona segura bien determinada. Tu mente debe saber en todo momento donde tiene que ir en caso de atrapamiento, tu ruta de escape y tus observadores deben de estar bien comunicados. En la vida colabora todo lo que puedas con la naturaleza, ya sea reciclando, plantando, podando y limpiando lo que se pueda, o contribuyendo con cualquier asociación en defensa de natura. Toda acción por pequeña que parezca SUMA.
Debes de saber quiénes son tus compañeros, hasta donde puedes llegar con ellos y mirarlos a la cara y saber si pueden dar un poco más o es hora de parar. La empatía es importante y ello puede marcar la diferencia. El tiempo hace al equipo.
Una anécdota: recuerdo un incendio en el Barco de Ávila, que nos llevo toda la tarde y toda la noche. Cuando ya parecía controlado hubo una reproducción, en una zona de escobajo y matorral bastante altos. La llama no nos dejaba acercarnos y no teníamos agua en la mochila para bajar la altura de la misma, pero por suerte para nosotros, hacia poco nos habían traído comida, fruta y leche. Cogimos los cuatro litros de leche y los echamos en la mochila extintora, la descargamos sobre el flanco que ardía, cuidando de cada gota, mientras que mis compañeros entraban con el batefuego como leones. Recuerdo ese incendio con mucho cariño ya que si no hubiera sido por esos cuatro litros de leche no hubiésemos podido acercarnos, y quizás el fuego se hubiera pasado a una zona maravillosa, cercana, que hubiera sido pasto de las llamas.
Una frase: la verdad es que yo soy de frases… “El entrenamiento lleva a la perfección”.
Todo aquello que entrenemos a conciencia, saldrá solo y será perfecto, la experiencia me lo ha demostrado. Un saludo a todos y buenas campañas.